jueves, 17 de abril de 2014

El amor. ¿El amor? ¡El amor!




Es Jueves Santo y nunca antes le había tomando importancia a este día. Sí, soy católica, eso no me hace ni mejor ni peor que otros. Talvéz sea la peor, y lo escribo a título personal porque muchos creen que el hecho de ser creyente quiere decir que debes ser un santo. No lo soy y creo que jamás lo seré.

Hoy escuché un canto precioso a cerca del amor y tuve ganas de escribir sobre ello. A decir verdad, hace unas semanas ya pretendía realizar un post al respecto después de ver el último episodio de la segunda temporada de Ally McBeal.


Siempre he creído que el amor es inalcanzable, que nunca se acaba y que puede lograrlo todo cuando es verdadero. Que algún día en encontrarás a esa persona que te estremezca y que solo importen los dos. Que sean compatibles, no iguales pero diferentemente compatibles. Que sea culto y ella divertida (o viceversa), una persona de la que siempre puedas aprender algo y de la que nunca de canses de seguir aprendiendo.

El amor de tu vida es esa persona por la que todos los días valga la pena despertarse a su lado para escucharle decir: te amo desde que se ocultó el sol hasta ahora que acaba de salir. Esa persona con la que el tiempo pareciera eterno pero a la vez muy corto. Esa persona que lo único que le importa es tu felicidad y haría cualquier cosa por verte sonreír o llorar pero de alegría. Esa persona que sepa cuando estás mal aunque lo niegues, con esa especie de conexión contagiosa.

Que te pida perdón y te perdone sin dudar, esa persona que sienta tu perdón y te ame en contus defectos; no por tus virtudes, porque es fácil amar a alguien por lo bella o inteligente que es sino por lo renegona o impaciente que fuese.

Esa persona quizás no existe. Aunque las pocas desilusiones de mi vida no han hecho qe pierda la fe en alguna vez encontrarla aunque mi superficialidad siempre busca un hombre alto, guapo, de cejas proporcionadas (es sexy), una especie de príncipe azul que quizás llegue disfrazado de sapo pero por dentro sea todo un amor.

Quizás ya lo encontré, quizás lo tuve a mi lado siempre o quizás no lo encuentre jamás. Lo único que sé es que ese hombre al menos existió, existe y está a mi lado siempre aunque no lo pueda ver y es Dios.

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