domingo, 11 de marzo de 2012

Mi primer casting parte I



Detesto los 'reality'. Verlos es una cosa, vivirlos es otra, y esta vez me tocó a mí. Tengo en la cabeza siempre esta frase "nunca digas nunca", bueno, no lo volveré a decir. Pese a todo lo negativo que le veo a esos programas concursos, decidí romper el hielo y atreverme porque, cómo sabes que algo es tan malo o tan bueno si no lo has probado, en mi caso, vivido. 

Hay que decirlo y creerlo, siempre digo que canto, incluso mi bio lo dice: singer; pero esto no es cuestión de orgullo sino de autoestima, "yo creo que soy y lo puedo lograr" (en una clase de periodismo, la profesora decía que hay que decirnos a nosotros mismos: somos periodistas y lo seremos. Yo lo aplico aquí también). 

Lo cierto es que hoy fue mi primer casting y quiero compartir parte de mi experiencia - no sé si me llamarán, espero que sí, pero mientras a divertirnos con las anécdotas-. 

Llegué a las 9:30 am, me citaron a las 11 am pero me dijeron que estuviera ahí una hora antes, pese a que soy una gran tardona esta vez quise ser lo contrario. Mi hermana me acompañó, necesitaba un soporte, por dentro moría de miedo y me repetía a mí misma "que sea lo que Dios quiera" (mañana lo sabré). Caminamos hacia el lugar, dimos la vuelta completa al centro comercial porque no quería preguntar, al final lo hice y tomé otra camino para no pasar 'roche'. 

Ése era el lugar, una pequeña casita detrás del SF, unos cuatro chicos estaban ahí. Nadie se hablaba, competencia es competencia, yo mientras tanto traba de mostrar tranquilidad pero el corazón prácticamente lo tenía en la mano. Soy muy intensa para esas cosas, felizmente mi respiración no es la que se acelera, pues eso sería un punto en contra totalmente. Como llegué temprano pasé y escuché a aproximadamente unos 40 chicos, ninguno decía su edad, yo lo quería saber - soy una preguntona compulsiva de edades, lo siento -, y como es de suponerse había de todo. Desde los que no saben cantar, otros que sí y se ponen muy nerviosos o esos que a la primera la atinan y mantienen una seguridad única, aún no siendo afinados, a estos últimos los admiro. 

Relataré unos cuantos casos, por ejemplo, hubo uno que cuando lo llamaron estaba algo distraído y se tropezó con la silla, empezó cantando tan bajito que parecía el taxista cuando le preguntas cuánto es hasta tal lugar y balbucea el precio; así el chico llegó al coro y, por Dios, sacó un vozarrón bonito, eso lo salvó definitivamente. Luego llegó un grupo de cuatro chicas tarde, tardísimo, y me pareció curioso una que tenía muy buena apariencia, personalidad y que cuando salió al frente todo ello se transformó en risitas y carcajadas nerviosas, a veces molestosas para el jurado. Contigo a la distancia fue su pieza, yo creo que lo hubiera hecho mejor pero los nervios la liquidaron.  

Lo curioso era el jurado, realmente tenían una cara de resaca única, quién en su sano uso de la moda en un lugar cerrado lleva unos lentes de sol, aparte de los 'faiter', solo los resaqueados. No soy psicóloga pero mover el lapicero cuando escuchas cantar a alguien o el pie es un signo de "pucha, me estás aburriendo, ya termina" o simplemente está siguiendo la melodía con pisadas de talón. Cuando se detienen a escucharte ahí sí, debes dejar de preocuparte, estás dentro.

No me gusta escribir mucho así que mañana sigue la segunda parte. Suspenso...

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