domingo, 8 de noviembre de 2015

Adiós Nikka: Mi primer amor canino

Nunca, en toda mi vida, había entendido qué era amar a tu mascota hasta que Nikka llegó a nosotros. Y hoy que se fue como nunca antes comprendo que de todos mis amores, ella siempre será el primero. 

Fue tan fácil decirle hola y dejarla entrar a mi vida pero ahora es sumamente difícil decir adiós para mantenerla en mis recuerdos.

Con ella aprendí a querer a los animales, sobre todo a los que siempre tuve fobia, los perros. Con ella empecé a afrontar mis miedos. Inclusive le acaricié lo cual jamás habría imaginado hacer nunca.
Mis padres no me concedieron la dicha de tener una mascota de pequeña porque éramos muchos hermanos pues no hubo espacio para alguien más. 

Pero hoy a mis 23 años sentí que volvía a tener 8 y que, entre amor y odio, mis padres aceptaron a una pequeña morena que trajo mi penúltimo hermano hace dos meses a nuestro hogar. Los cuales se convirtieron en una vida a su lado y los mejores de toda la mía. 

Sé que quizás no me comporté de la manera más amorosa posible con ella porque le tenía miedo. Sí, a esa cosita hermosa siempre le tuve miedo pero también la amé mucho y aunque no fue suficiente sé que ella siempre lo supo. Mis últimas palabras hoy para ella fueron: tienes que vivir h*&@'!^ y ella solo me dio la patita. Luego supe que sería la última. 

Cómo sucedió no vale la pena recordar, y aunque sus últimos días con nosotros queden mis memorias, más doloroso aún es recordar todas las veces que estando súper viva nos hizo la vida imposible.

Recuerdo que yo no quería subir a recoger mi ropa del techo porque siempre se venía encima de mí o cogía las prendas del cordel y hacía sus travesuras. Mi tía le decía la costurera. Le encantaba agujerear nuestras ropas.

Cada que venía mi hermano mayor de su trabajo muy de noche, parecía una gacela brincando y moviendo la cola. Era hermosa. 

Es más, mi sobrinito también se enamoró de ella, porque siempre que venía a casa a la única que subía a buscar era a Nikka. Y sus tiernas palabras era: ¡Nikka meme! Era adorablemente hermoso.

Ahora lloro porque jamás pasó por mi cabeza que un momento como este nos partiera el corazón a todos en casa. Siempre que leía o sabía de algo parecido por amigos familiares me mantenía escéptica y dura. - ¡Quién en su sano juicio podría llorar por la muerte de un perro! 
Era una tonta, lo sé. Pero sólo bastaron dos meses para que ella nos robara el corazón, y a mí el miedo. 

Recuerdo la primera vez que la sacamos a pasear, yo en bicicleta y mi hermana con su collar en mano. Era aún pequeñita y no sabía hacia donde ir, yo sola la llamaba  y ella venía corriendo lo más rápido que podía tratando de alcanzarme. Le encantaba mascar todo, a mi hermana le mordía las zapatillas, es más le hice un par de fotos y vídeos. También le encantaba la pelota, cuando fuimos al parque ese día perseguía a unos niños que jugaban fútbol, aproveché para hacerle otras fotos y como nunca en mi vida, la colgué a Instagram. Me sentía como una niña de 8, orgullosa y miedosa pero feliz de presentarla y decir que ya por fin tenía una perrita. 

Sé que mis ideas están desordenadas ahora pero era la única manera de poder dejar de llorar. Como me dijo un buen amigo: - si no puedes dejar de llorar, sólo escríbelo-. Y sí que funciona. 

Por mi enfermedad tengo prohibido llorar pero sin Nikka ahora todo es incierto o todo volverá a ser como antes. 

Es totalmente cierto que las mascotas te humanizan el alma, tanto como la poesía - como me dijo mi profesor de lenguaje en la secundaria. 

Con ella aprendí a amar a los animales aunque mejor sería decir que empecé a dejar de tenerles miedo, el cual no lo voy a negar aún persiste en mí pero al menos sé que gracias a ella le abrí mi corazón a un ser no humano, y créanme que si me es difícil amar a uno, cuanto más los fue amarla a ella; sólo bastaron dos meses para ella fuera mi primer amor canino: Nikka. 💛

Demonios. (SIGH) Sí que es difícil. (SIGH) 

Dios, gracias por haberla puesto en nuestras vidas para hacer un poquito más feliz nuestros días.