jueves, 13 de febrero de 2014

A ocho meses



Han pasado casi ocho meses desde la última vez que nos vimos, nos besamos y despedimos. Estuvimos en contacto tiempo después pero sólo por Internet, hasta me llamó la víspera de Navidad. Como nunca el me buscaba.

La última vez que hablamos fue hace unas semanas donde me pidió una cita. Si lo sé, después de todo lo que pasó supongo que se había dado cuenta de su error y quería de alguna manera intentarlo de nuevo. El problema era que yo estaba saliendo con alguien más.


-Estoy segura de que si eso me lo habría pedido antes de volver a ver al chico con el que salgo (al que también me lo encontré años después en el Metropolitano) yo rápidamente le habría dicho que sí. En realidad, creo que sí me había enamorado de él y aunque ahora lo recuerde como algo tonto, en ese entonces me dolió demasiado. Sentí mi corazón deshacerse en un beso.

Lo de hoy fue raro. Estaba con mi compañera de trabajo esperando el bus, como siempre camino a casa.
- Tomamos este?
- No, mejor el siguiente. Está lleno.
- Es cierto. 
- Ayer cuando me vine sola aquí, una mujer creo que esquizofrénica estaba gritando e insultando a cuantos pasaban por aquí y se escuchaba muy feo.
-Qué miedo!
- Sí. Justo  vi a una señora que llevaba unos zapatos hermosos. Mira hasta le tomé foto!
- Sí que son bonitos. Deberías agregarlo a tu lista de deseo, a parte de los nude que también quieres. O ya no?
- Claro que los quiero. Ambos. Mira ahí viene un A.
- No, es un C. 

Y de pronto un joven blanquiñoso, con algo de barba y muy apresurado salía del bus cuando estaba a punto de cerrar y no pudimos evitar esos 3 segundos que parecieron eternos mirándonos fijamente. 
Era él. Maldición. Justo hoy, 13 de febrero.

Simplemente sentí que en ese momento todo se había congelado y sólo estábamos él y yo. Felizmente también un A que vino detrás me salvó la vida. Yo creía que ya se había ido y ya adentro volteé son querer,  seguía mirándome desde fuera de la estación. No pude evitar cruzar miradas con él. No sonreí ni enfurecí ni suspiré. Mi rostro era tan inexpresivo como el suyo. Aunque él no pudiera evitar la cara de bobo al verme.
Solo quería desaparecer y que el bus arrancara. Felizmente había cerrado ya sus puertas y no podía entrar aunque lo intentara, ni creo que lo haya pensado.

De prono sentí un dolor de estómago, de esos que sientes como sí te fueran a perforar el vientre. Y como rollo de fotografía en mi cabeza no podía evitar recordar todas las cosas que había pasado con aquel individuo que acaba de mirarme como sí esperara que bajará del bus y vaya alegre a su lado.

Por momentos me daba pena no haber bajado y verlo de esa manera como no dejaba de mirarme me hizo sentir rara. Así qué despegué la mirada de él y pocos segundos después el micro avanzó. Creo que eso debía ocurrir tarde o temprano para saber si en realidad esa historia ya estaba cerrada. Y me alegra decir que sí; cerré mi corazón y ahora lo estoy abriendo a alguien que sí vale la pena.

No hay comentarios: