[...] Si él estuviera en mi lugar y yo en el suyo, aunque le odiara con un odio que convirtiera mi vida en hiel, nunca hubiera levantado la mano contra él. [...] nunca le hubiera echado de su compañía, mientras ella la deseara. En el momento en que el afecto desapareciera, yo le hubiera arrancado el corazón y bebido su sangre. Pero hasta entonces [...] me hubiera dejado morir a pedazos antes de tocar un solo pelo de su cabeza."
(Cumbres Borrascosas, Emily Brönte)
Los Auténticos Decadentes de fondo y ella pensando en lo que había hecho hasta el momento con su vida., recapitulando uno y cada uno de sus últimos acontecimientos de la semana. Su gran error era razonarlo todo, por lo menos eso creía yo.
- ¿Acaso es un pecado pensar?
- No es eso Fabiana. Tú piensas demasiado todo y contagia esa paranoia.
Quizá estudiar periodismo la había maleducado y necesitaba buscar respuestas a todo, a todos y a nada. No había pasado si quiera una semana desde que había decidido alejarse de él porque simplemente sabía que no era para ella.
- Lo presentí apenas lo vi.
- ¿Cómo alguien puede saberlo sin conocerlo?
- Porque el amor no es de sabios. El amor no entiende de razones sino de impulsos, esos que te hacen sonreír apenas piensas en él, cuando lees su sms o su inbox en Facebook, o incluso un DM de Twitter. De esos que te sonrojan cuando te dice un sencillo y tan necesario "hola". Como cuando encuentras ese libro que siempre estuviste buscando y no te importa el precio pero te arriesgas a comprarlo, pero si está en rebaja muchísimo mejor. El riesgo es para los tontos, dicen algunos, el amor también, agrego yo.
- Sabias palabras para definir tu amor, y lo digo con sarcasmo.
- Cuanto te enamores me entenderás Dalia.
- Pero si tú nunca te has enamorado...
- No lo sé, por eso quiero descubrirlo... Y...
- Cuando pudiste hacerlo lo dejaste ir, te dio miedo. Siempre te pasa, crees que los que están detrás de ti no llegan a surtir tus expectativas. Jamás encontrarás a alguien así.
- No trates de hacerme sentir mal, tú no sabes nada.
- Entonces, ¿por qué no contestas sus llamadas?
- Porque quiero hacer las cosas bien, conozco mi debilidad y la de él y sé que también lo sabe. No es para mí, no soy para él.
- Primero hablas de arriesgar y ahora solo te reprimes. No te entiendo, es más, ni tú te entiendes.
La botó de su habitación y se encerró a llorar.
Luego de hablar con él, un sentimiento de aparente tranquilidad invadía su ser. Sergio le preguntó si tenía tiempo para conversar mejor pero ella estaba decidida a terminar todo de una vez. No sentía lo mismo de antes y algo dentro de ella le insistía: no es para ti.
Al día siguiente, él la llamó seis veces. Fabiana no quería contestar, su excusa era no contestar en hora de trabajo o estudio y él ya no le volvió a marcar. A media noche tenía ganas de hablar con Sergio pero era fuerte, había tomado una decisión y tenía que afrontar las consecuencias de ello.
Aún recuerdo la primera vez que lo vio. Se citaron en el centro comercial y solo atinaron a caminar tienda tras tienda hablando sobre ellos, sus gustos, hábitos; las bromas no faltaban y de ellas él se aprovechaba. Fabiana estaba muy nerviosa, era su primera cita a ciegas ...
(continúa mañana)
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